martes, 7 de junio de 2011

La primera arquitectura

Estaba jugando la otra noche con Nelo. Hacía tiempo que no quería jugar al Túnel y empezaba a pensar que ya se había aburrido de hacer siempre lo mismo.

Pero esa noche le apetecía, y a mí también. Le esperé en el suelo de rodillas apoyada con los codos, a cuatro patas. Con las manos le hice gestos para que se acercara y vino con ese caminar sinuoso y ligero.



Y empecé a recordar una cosa que había leído en un blog, sobre arquitectura. La primera arquitectura somos las mujeres. Cuando estamos en el vientre de nuestra madre, ésa es nuestra casa, más aún, nuestro hogar. Las mujeres podemos ser ese hogar, podemos ser arquitectura. Si un hogar es donde no sólo comemos, dormimos y cumplimos nuestras funciones vitales, sino donde nos sentimos protegidos, a gusto y felices, cumple todas las condiciones para serlo.

A mí me parece una idea preciosa. Pensar que algún día no sólo puedo hacer casas, sino que puedo ser una.

Nelo se mete en la cueva que crea mi cuerpo, entra por un extremo y sale por el otro. Se vuelve. (Últimamente le da por hacer pis y mojarme un pie). Y se arrima a mis rodillas.

Él ya sabe lo que quiere: jugar y mimos. Pega su cuerpo contra mi pierna y me golpea con la cabeza hasta que le acaricio el moflete.

-Rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr

Nelo ronronea. Está muy feliz, levanta la cabeza para que también le acaricie el cuello y el cuerpo, se estira para que le vaya acariciando desde el hocico hasta el lomo. Pero si llego a su tripita....

- ¡¡Ay, Kusku!! que tengo cosquillas, ¡jajaja! ¡¡para, para!!

Y salta mientras emite un chillido, feliz. Suele alejarse corriendo para volver después. Lo ignoro, pero me llama a cabezazos.

Después de estar un rato jugando y de hacerle mimos, Nelo se tumba. Quiere descansar.



Lo veo feliz y me siento feliz yo también. Tan a gusto, tan tranquilo, sin ningún miedo ni preocupación... y en ocasiones por primera vez en el día, yo también me siento así. Se tumba y se duerme, ajeno al hormigueo que siento por llevar tanto tiempo en la misma postura. Cada vez me siento más cansada, pero lo veo y es como mirar un ángel. Él es lo más bonito de la vida en forma de cobayo.



Al final mis extremidades no pueden más y me veo en la desagradable situación de perturbarlo. Lo despierto, pero no se quiere ir. Me levanto en el sitio y se rompe la arquitectura que lo protegía. Ya no soy su casa, pero solo por ese día. Cada noche me convierto en un hogar, en caviarquitectura y soy el refugio de Nelo.

Y me siento feliz con la felicidad que le causa mi arquitectura.