sábado, 1 de octubre de 2011

Ésta sí, ésta no

Es difícil saber qué pasa por la cabeza de Nelo. Teniendo una mascota se aprende mucho de los animales en general; observándola y pasando tiempo con ella parece que las diferencias que puediera haber respecto a los humanos se desvanecen. En cambio, empezamos a sentir que nos parecemos mucho, les hablamos y sentimos que nos entienden e incluso, que nos responde a su manera.

Nelo lleva tres días que come sólo algunas pipas. Cuando se las pelo, a mí me parecen iguales, pero no deben serlo en el sabor. Sólo unas pocas son dignas del paladar de mi cobayito. Supongo que con el calor y la humedad se han echado a perder algunas de ellas y Nelo antes las cogía, las probaba y las escupía; ahora directamente las mira, las huele y tuerce el hocico, no quiere ni catarla.

Otras veces se queda mirando a la nada. Estoy segura de que piensa y medita sobre sus preocupaciones, hace planes y toma decisiones. Sólo alguien que no apreciara a su mascota podría pensar lo contrario.

En páginas en las que se describe a los cobayos desde un punto de vista científico, dicen que no son muy inteligentes, que no saben bien ni cómo se llaman. No sé cómo han llegado a esa conclusión, pero es errónea, obtenida de alguien que se arrima a estos animales con bata blanca y sin amor.

Nelo no sólo es capaz de atender a su nombre, también sabe pedir que lo saquen de la caja, que le den pipas, que le acaricien el lomo o la papada; sabe ronronear, quejarse, reir; si se enfada muerde o amenaza. He estado jugando con él y le acariciaba la papada, pero se ha cansado y su respuesta natural es echar a morder. No hay odio ni maldad, es sólo un acto reflejo. Yo no le he dicho nada, porque sólo me ha amenazado, pero se ha quedado parado un segundo después, pensando. Nelo tiene conciencia y le decía que no debió hacer eso porque yo no le estaba haciendo daño. Se ha sentido culpable y me ha empezado a lamer, a darme besos y pedirme perdón. Y cuando me he levantado y he echado a andar, me ha seguido, quería que le dijera que estaba perdonado. Sabe sentirse culpable y querer ser perdonado. De la misma manera, también sabe perdonar. Aunque muchos humanos no saben hacer estas últimas cosas.

Definitivamente Nelo sabe hacer mucho más que aprender su nombre. La inteligencia de mi cobayo y de todos los demás es superior a la de quien mira a los animales con ojos fríos y ajenos al amor.