domingo, 11 de marzo de 2012

¿Las cobayas muerden?

Menuda pregunta, esa que se hacen todos los que están pensando en comprar un cobayo pero nunca han tenido uno: ¿muerden los conejillos de Indias?

En general, los cobayos prefieren huir a enfrentarse, por lo tanto lo normal sería que no mordiera aun sintiéndose amenazado mientras pueda alejarse.

Es como preguntar si un niño pega. Pues depende de muchas cosas, pero sobre todo del niño en concreto. Todos los cobayos que he tenido menos uno, que era muy manso y tenía poco fuerza en las mandíbulas desde antes de traerlo a casa, me han mordido en alguna ocasión.

Estoy en contra de que se pegue a los animales. Ni cuando muerden. Con el dedo lo asusto un poco en plan César Millán tocándole la nariz. Sólo se lo he hecho a Nelo dos veces cuando era más pequeño, para educarlo. Pero no hace falta, él ya sabe qué está bien y qué no.

La que más mordía era una hembra que hemos tenido, Untxi, que era mucho más territorial que los machos. Pero como no he tenido más hembras desde entonces, no sé si era en concreto por el carácter de ella o si el sexo del conejillo tiene algo que ver.

Hay veces en las que emiten un ruido frotando los dientes: es para amenazar. Si tu cobayo lo hace y no te andas con cuidado, va a intentar morderte.

Los motivos por los que han mordido alguna vez han sido dos:

Opción 1: tiene miedo de que le haga daño.
Bien sea porque vamos a cogerlo o porque de verdad siente una amenaza, los cobayos muerden. Pueden morder y soltar o quedarse mordiendo, así que retira la mano. Te mirará como diciendo: te lo tenías merecido.

Opción 2: estoy agusto y me has tocado las narices.
Esta es mucho más común en un cobayo al que queremos y tratamos bien. En ocasiones se encuentran tan relajados en brazos que basta con que le acaricies cuando no quiere para que te lance un mordisco, que puede o no alcanzarte. Es una llamada de atención: déjame en paz, que estoy aquí tranquilo. Luego suelen venir los remordimientos.

Pero Nelo, que ha sido un bicho de carácter dulce desde siempre y es un mimoso hasta más no poder, últimamente tiende a morder y todo porque se mete en su Casa Alubia y se está volviendo territorial. Si metes la mano en ella para acariciarlo ¡zas! te lanza un mordisco. Cierto es que lo hace desde lejos y no llega a tocar la mano, pero no está bien que lo haga y, como castigo, le quitamos la casa en ese mismo momento. El pobre luego se arrepiente y tenemos que hacer las paces.

- Morder no está bien.

- Ya lo sé. Lo siento...

- No pasa nada, Nelo, yo también siento haberte molestado. ¿No lo volverás a hacer?

- No. ¿Me perdonas?

- Claro que sí, cariño. Con lo que yo te quiero...

¿Cómo no voy a perdonarlo cuando me viene a buscar luego y me empieza a lamer la mano que intentó morder? Nelo sabe pedir perdón mejor que muchas personas y es muy educado. Me pone ojitos para que no le eche la bronca y lo perdone. Le funciona siempre, ¡anda, que no sabe nada...!




Así que si sois de esos padres de ahora que no habéis sabido ni educar a vuestros hijos y pretendéis comprarle una mascota, por favor, absteneos y tened algo de cabeza: vuestros hijos a los que veis al otro lado del bar en el que os tomáis el café rompiendo el mobiliario urbano no deberían tener un conejillo de Indias. Regaladles un libro para ver si aprenden lo que no pueden aprender de vosotros.

- ¡¡A esos sí que los mordía yo!!

- Sí, Nelo. Yo también.

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