Pero sí es cierto que cada uno tiene sus preferencias. A Nelo por ejemplo no le gusta que le acaricie las orejas, pero se deja dar besitos.
Tampoco nos permite lo mismo a todos. Yo le acaricio los mofletes cuando está en el suelo y él me ronronea, soy la única a la que ronronea.
A cambio, a mi madre le deja rascarle los papos cuando está con en sus brazos en el sofá. Nelo sube el morro y se deja hacer. Se pone totalmente mirando al techo y si mi madre le rasca muy poco o demasiado le da con los dientes, como diciendo: "sigue, ¿no ves que estoy aquí esperando?".
En esta foto no tiene muy bien el morrito porque en verano se le pone un poco malo de comer melón. ¡Qué guapo y feliz está!
Y vosotros, ¿cómo jugáis con vuestros bichitos? Mimadlos mucho que son un auténtico tesoro y seguro que os devolverán el amor que les dais.
¡Cuidad de vuestros cobayos!
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