miércoles, 15 de septiembre de 2010

Carreritas

Otra forma de jugar con un cobayo es haciendo una cosa que les divierte, les entretiene y les conviene: correr. Algunos conejillos de Indias lo hacen instintivamente, se ponen a correr ellos solos y dan vueltas y hacen circuitos; con sus patitas cortas alcanzan velocidades insospechadas y combinan el trote con saltitos.

Nelo corre él solo por la mañana, sobre todo cuando le estamos preparando la caja. Oye que alguien viene con la bolsa de la basura y empieza a correr alrededor de mis pies, hasta las cortinas, debajo de la butaca, esquivando las patas de la mesa. ¡¡Fium-fium...!! Sólo se ve una mancha blanca, canela y chocolate cruzando la sala de una punta a la otra. Si tiene un buen día, puede hacer las carreritas él solo por su cuenta sin que nadie le diga nada. Es muy bonito ver a un cobayo correr porque está feliz, tras el recorrido para y se te queda mirando para que le digas algo:

-¡Nelo! ¡Guapetón!

Y vuelve a seguir corriendo hasta que el pobre cae rendido, exhausto, a dormir una siesta.

Antes de meterlo en su caja a la noche me pongo delante de Nelo en un lado de la sala y le digo:

-Nelo, ¡vamos a correr!

Y al verme correr a mí empieza a seguirme todo lo rápido que puede (o que le apetece ese día). Llegamos al final de sala. Quien tenga un cobayo ya se habrá dado cuenta: los cobayos son TRAMPOSOS, les gusta ganar. Como sabe que después de ir hay que volver, no llega hasta el final y se esconde debajo de la mesita, para adelantarme a la vuelta. (¡QUÉ LISTO ES!). Pero bueno, para que vuelva yo le digo:

-¿Y ahora? ¿Y ahora? Ahora... ¡la VUELTA!

Y empiezo a correr hacia el punto de partida y Nelo me sigue por detrás. Al llegar, hay recompensa: un puñadito de comida.

Tened cuidado por dónde pisáis y todo irá bien, tendréis un cobayo ejercitado y feliz.

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