A los cobayos les gusta esconderse debajo de mesas, sayas, mantas que están tiradas por el suelo, etc. Detrás o debajo. Nelo suele esconderse en alguna parte y espera que lo encuentre. Si le llamo y no viene, es que quiere jugar. Empiezo a mirar por los sitios que más frecuenta (detrás de muebles o mantas) y, mientras, le voy diciendo:
-¿Y Nelo? ¿Dónde está Nelo? No lo encuentro, ¿dónde se habrá metido...?
Muchas veces ya lo he calao y sé dónde está, porque le veo el culito o algo se mueve. Pero sigo por ahí llamándole, hasta que me agacho y me pongo delante suyo, cara a cara. Entonces le digo:
-¡Ahí está Nelo!
Al bicho le encanta, me empieza a decir cositas y luego me ronea. Otras veces soy yo la que se esconde; como con los niños cuando juegan a cucú tras. Escondo la cara mirando al suelo y poniendo las manos delante. A veces le digo:
-No estoy.
Y él viene y con su hocico me empieza a dar golpecitos y a hacerme ruidos. Termina metiéndose entre mis manos y poniéndose cara a cara conmigo.
-Muy bien, me has encontrado.
No todos los días jugamos a este juego; no ha necesitado nunca recompensas para hacerlo, simplemente le gusta.
-¿Y Nelo? ¿Dónde está Nelo? No lo encuentro, ¿dónde se habrá metido...?
Muchas veces ya lo he calao y sé dónde está, porque le veo el culito o algo se mueve. Pero sigo por ahí llamándole, hasta que me agacho y me pongo delante suyo, cara a cara. Entonces le digo:
-¡Ahí está Nelo!
Al bicho le encanta, me empieza a decir cositas y luego me ronea. Otras veces soy yo la que se esconde; como con los niños cuando juegan a cucú tras. Escondo la cara mirando al suelo y poniendo las manos delante. A veces le digo:
-No estoy.
Y él viene y con su hocico me empieza a dar golpecitos y a hacerme ruidos. Termina metiéndose entre mis manos y poniéndose cara a cara conmigo.
-Muy bien, me has encontrado.
No todos los días jugamos a este juego; no ha necesitado nunca recompensas para hacerlo, simplemente le gusta.
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